Venciendo el Amor Perdido

 

Un antiguo proverbio africano reza: “Si quieres ir rápido, camina solo. Si quieres ir lejos, camina con otros”. Fuimos creados para vivir en relación con otros, para amar, reír, y vivir juntos. Sin embargo, hay momentos en el camino de la vida que pueden ser extremadamente solitarios, especialmente, si le dimos nuestro corazón a otra persona y ella lo maltrató o ignoró.

Perder el amor nos hiere profundamente

Cuando estamos heridos anhelamos que alguien se lleve nuestro dolor, suavice las heridas y nos brinde esperanza. A menudo, esos anhelos no son satisfechos. En nuestro intento por encontrar el amor, nos entregamos a otros una y otra vez, solo para resultar más lastimados en cada ocasión.

Venciendo el Amor Perdido

Hay una respuesta al sufrimiento de perder el amor y a los sueños destrozados. La esperanza viene a través de Cristo, el Hijo de Dios. Él te ofrece sanarte de las heridas que sientes ahora mismo, quiere que camines con Él en los momentos difíciles y reírse contigo cuando todo anda bien.

¿Por qué?

Porque Jesús entiende que vivimos en un mundo dañado. Sabe que estás cargando el dolor de relaciones rotas y de sueños hechos pedazos. Tu dolor le importa a Dios. Él quiere liberarte de la tristeza que gobierna tu vida porque te ama incondicionalmente.

Tu dolor le importa a Dios...

Jesús tiene el poder de cambiar tu realidad porque llevó el dolor y la vergüenza de nuestros pecados en la cruz. Resucitó de la muerte con la promesa de que podemos tener una nueva vida en Él.

El amor de Cristo es perfecto y nunca nos hace daño. Su amor es puro y sanador, nos lava del pecado y del dolor que la vida nos ha causado.

La vida y el amor son regalos que deben compartirse. Comparte tu vida con Cristo y siente su amor en carne propia.

Esto comienza con una oración:

“Querido Jesús: estoy apenado por las cosas malas que hice. Mi vida está llena de heridas, pero yo las entrego a ti. Quiero que seas el Señor y Salvador de mi vida. Transita conmigo la senda de la vida. En el nombre de Jesús, amén”.

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